jueves, 7 de diciembre de 2017

Efemérides del 7 de diciembre


Hoy hace 500 años que se produjo un pequeño incidente que, sin embargo, dio lugar a un grave conflicto que fue conocido como la “guerra de Bureta”. No fue precisamente un enfrentamiento banal, dado que pudo tener consecuencias imprevisibles, aunque finalmente pudo ser resuelto por las autoridades del reino.

Todo se inició el 7 de diciembre de 1517, cuando el ganado de Ochoa de Escárate pastaba en el término de Porroyo. Llegaron entonces unos moros de Bureta que, actuando como guardas, prendieron dos reses y las llevaron a D. Juan de Francia, señor de esa localidad que manifestó al propietario cuando el Justicia de Borja declarase que habían sido bien prendidas. Sin embargo, ese mismo día los mismos moros tomaron otras ovejas del ganado de Juan Martínez y, al tener conocimiento de lo que estaba sucediendo los ánimos se exaltaron, por lo que los amigos que D. Juan tenía en Borja, entre los que se encontraba el propio Justicia D. Andrés de Mendoza o personas tan destacadas como D. Pedro de Erla y D. Pedro de Valsorga, intentaron mediar sin conseguirlo.




Así estaban las cosas cuando el 23 de diciembre envió a un criado a comprar fruta a Borja, para preparar la Nochebuena y, aprovechando esa circunstancia el Justicia y los Jurados le prendieron el macho. Aquella noche llegó D. Juan de Francia, disfrazado para no ser reconocido, y se entrevistó con varios amigos para lograr la liberación de la caballería, pero comoquiera que le comunicaron que eso era imposible, mandó al famoso notario D. Pedro Ganaverro para que presentara una requesta formal, que no le fue admitida. Trató entonces de recabar ayuda de los de Ainzón sin conseguirlo y lo mismo hizo con dos relevantes miembros de la familia Luna, D. Francisco y D. Jaime.



El problema se agravó al comprobar que los de Bureta habían corrido los mojones que delimitan ambos términos, por lo que al día siguiente de Navidad salieron el Justicia y jurados para recolocarlos. Iban acompañados por dos los hombres de armas que había en la ciudad y, al terminar la rectificación de límites, desfilaron ante Bureta formados en tres escuadrones de 400 hombres cada uno.
Pero las cosas no quedaron resueltas, dado que el 27 de diciembre D. Baltasar de Veamonte que, al parecer, era el propietario del macho aprehendido, vino hasta Porroyo y encontrando regando a un mozo, se acercó hasta él, con la excusa de preguntarle cuál era el camino hacia Tarazona, pero al llegar junto al mismo lo mató con una lanza.

Es fácil de comprender las consecuencias que esta vil acción tuvo, pues todos los habitantes de Borja se sublevaron, pidiendo ejecutar un serio castigo. El abad de Veruela y el secretario del conde de Ribagorza intentaron poner paz, entrevistándose con el señor de Bureta, sin conseguir nada.



Mientras tanto, los de Borja recabaron la ayuda de todas las localidades de la zona y a su llamamiento acudieron los de Ainzón, Magallón, Añón, Alberite y Mallén. El propio abad de Veruela dio orden a todos los pueblos que dependían del monasterio de reunirse en Borja, a donde llegaron también tres hombres a caballo enviados por el señor de Maleján. Que no se trataba de un mero alarde lo demuestra que la señora de Malón mandó otros diez hombres a caballo y seis piezas de artillería, lo que ya eran palabras mayores.



El 2 de enero la fuerza reunida se dirigió contra Bureta, de donde osaron salir unos diez caballos para romper las filas, cosa que lógicamente no lograron por enfrentarse a efectivos muy superiores, teniendo que refugiarse precipitadamente dentro de los muros.

Cuando todo estaba dispuesto para iniciar el asalto, hizo acto de presencia el Diputado mosén Garcés que impuso las treguas del reino, procedimiento utilizado para zanjar las disputas entre naturales, con lo que se pudo zanjar la cuestión bajo apercibimiento de graves castigos contra quienes las quebrantaran.



El 7 de diciembre de 1543 fue fundada en la colegiata de Santa María la cofradía de la Virgen de Misericordia. Para entonces ya se había tomado la decisión de instalar la imagen en la ermita que, dedicada a Santa Eulalia, existía en la Muela Alta, pero no fue hasta 1546 cuando se concedió el oportuno permiso.

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