martes, 5 de julio de 2016

El ejemplo de Las Cuevas de Cañart


            En nuestro artículo de ayer hicimos alusión a la importancia del conjunto monumental de Las Cuevas de Cañart y al interés de sus vecinos por su conservación. Ello ya constituye, por sí mismo, un ejemplo para otros lugares como nuestra ciudad que tienen, asimismo, la consideración de Bienes de Interés Cultural, en su categoría de “Conjuntos Histórico-Artísticos”.

            Anunciábamos entonces esta nueva entrega con referencias concretas a sus elementos más destacados, así como a determinados aspectos históricos que, desde el punto de vista negativo, también pueden servirnos de enseñanza para el futuro.



            Debemos referirnos, en primer lugar, a este espectacular edificio que se levanta junto a su casco urbano. Se trata del antiguo convento de la Orden de frailes Siervos de María o Servitas.


            Se trata de una orden religiosa no muy conocida, a pesar de su antigüedad, pues fue fundada en 1233 por siete jóvenes de Florencia. A esta zona llegaron en 1497, estableciéndose en una cueva de Ladruñán, que entonces pertenecía al término municipal de Las Cuevas de Cañart. Bajo el patrocinio de San Miguel Arcángel la comunidad se extinguió al cabo de unos años pero, por iniciativa del arzobispo de Zaragoza D. Alonso Gregorio, el mismo que impulsó la edición de unos libros litúrgicos cuya única colección completa se conserva en el Museo de Santa Clara de Borja, retornaron a Las Cuevas de Cañart en 1617. 





            En principio, volvieron a instalarse en su antiguo cenobio, pero a finales del siglo XVIII construyeron el magnífico convento, al que estamos haciendo referencia, que fue concluido en 1790.
            Lamentablemente, la Desamortización de 1835 dio lugar a la exclaustración de los religiosos y al abandono del edificio que provocó su ruina y la pérdida de la mayor parte de su patrimonio artístico, aunque algunas obras pasaron a otros templos de la localidad e iglesias de su entorno, para perderse definitivamente durante la Guerra Civil.

            Los decretos desamortizadores fueron los causantes de una de las mayores destrucciones del Patrimonio Cultural de España, ya que afectaron a todo el territorio nacional y una muestra evidente de las consecuencias de determinadas políticas, en apariencia favorables para la población. En el caso que nos ocupa hay que considerar, asimismo, que la población fue escenario de las guerras carlistas que también incidieron en la ruina del monumento.




            Este es el estado en el que se encuentra, actualmente, el interior de la espectacular iglesia de tres naves que tuvo el convento. Por este motivo fue incluida en la Lista Roja del Patrimonio Cultural, que elabora Hispania Nostra, aunque a la vista de las iniciativas que ha emprendido el Ayuntamiento de Las Cuevas de Cañart, posiblemente será retirada de la misma.





            Porque, aunque la bella decoración de sus muros y algunas de las estructuras que se han conservado se encuentran, todavía, sometidas a la acción de los elementos, ya se limpió el interior e, incluso, ha servido de marco para conciertos y otras actuaciones. Lo más importante es que, en estos momentos, existe un proyecto para consolidar el muro que ofrece mayor riesgo, así como para restaurar una parte del claustro anexo. Posteriormente, se tiene el propósito de llevar a cabo otras acciones que, si bien no permitirán la restauración de todo el conjunto, servirán para consolidar estas venerables ruinas, lo que es digno de ser resaltado.





            Otro de los monumentos destacados de la localidad es la actual iglesia parroquial de San Pedro Apóstol, cuya fachada principal se abre a la plaza donde están ubicados los dos grandes palacios a los que hicimos referencia en nuestro artículo anterior. Consta de dos cuerpos, separados por un entablamento liso. En el primero se encuentra la puerta de acceso al templo, en forma de arco de medio punto, sobre el que aparece la tiara con las dos llaves cruzadas, en alusión a su titular. En el segundo y sobre el vano adintelado, flanqueado por pilastras, existe un emblema que puede hacer referencia a las armas de los fundadores. A la izquierda de la misma se levanta la torre, con dos cuerpos; el primero es cuadrangular y de mampostería, mientras que el segundo es de ladrillo y en él se alojaban cinco campanas, cuatro de las cuales fueron arrojadas a la plaza en 1936, salvándose solamente la del reloj. El conjunto está rematado por un chapitel sobre base octogonal de ladrillo.





            El interior, de tres naves y considerables proporciones, dispone de una hermosa cúpula sobre el crucero, pero todo su exorno artístico fue destruido durante la Guerra Civil, algo que se repitió en todos los templos de la zona, cuya contemplación sorprende sobremanera a las personas de otras zonas en las que no se llevó a cabo esa destrucción. De ahí, que los retablos actuales fueran rehechos con restos de los anteriores o, incluso, con las puertas del antiguo convento de los servitas (algunas de las cuales, por cierto, se encuentran en Borja). En otros casos, las imágenes de producción industrial se sitúan en los muros decorados con pinturas, remedando retablos.





            En el lugar donde se ubicó el castillo, fue construida en 1687 una ermita dedicada a Ntra. Sra. del Pueyo. Aunque también fue saqueada en la pasada guerra, conserva buena parte de su decoración que es similar a la de otros templos de la población y que constituye una evidente muestra de una etapa de indudable esplendor y, posiblemente, de la actuación del mismo artista que intervino en la ermita de San Blas.



            Aunque fue objeto de una somera restauración en el pasado, es preciso acometer su consolidación y protección, enmarcándola en la creación de un mirador en tan privilegiado paraje, desde el que se domina todo el casco urbano. En esta fotografía puede apreciarse el emplazamiento de la ermita, a la derecha de la imagen, y la iglesia de San Pedro sobresaliendo sobre el caserío.




            La ermita de San Blas, a la que hemos hecho referencia, ha sido completamente rehabilitada como Centro de Interpretación. En su fachada existe una lápida en la que se hace referencia a la caída de un rayo el 22 de junio de 1684, que obligó a su remodelación.
            Según algunos autores, pudo ser la primitiva iglesia parroquial, reconvertida en ermita, tras la posible destrucción de 1684 y la construcción de la actual. Por otra parte, en 1940, fue demolido uno de los tramos de su nave y fue preciso abrir una nueva puerta de acceso que aparece en la imagen superior.


(Foto: Raúl Utrilla Muñoz)

(Foto: Raúl Utrilla Muñoz)

(Foto: Raúl Utrilla Muñoz)


            Afortunadamente, en 2002, la activa Asociación Cultural “El Morrón” y la generosidad de D. Francisco Herrero y Dª Carmen Suñol, hicieron posible su restauración y la transformación en Centro de Interpretación de la localidad, en el que destaca una gran maqueta de todo el conjunto de la población.





            No pudimos visitar la ermita de San Juan y algunas otros edificios, como el pequeño oratorio, situado en la vega, pero el recorrido por las bellas calles de Las Cuevas de Cañart y sus alrededores, nos permitió conocer la gran labor que, en el ámbito de la recuperación del Patrimonio Etnológico, se ha llevado a cabo, a lo que dedicaremos un nuevo artículo, porque merece la pena difundirla.

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